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 Cobertura de Incendio

Lo importante de estar amparados... pero bien cubiertos. Por Walsh, Botta y Asociados 

Lo importante de estar amparados … pero bien cub iertos:

 Más allá de que por nuestra actividad, se nos exija contar con coberturas obligatorias, resulta prudente tomar en cuenta la exposición patrimonial a la que nos enfrentamos en la vida diaria, ya sea de nuestros bienes domésticos o empresariales, por las contingencias propias o las de nuestros vecinos (no siempre un siniestro de incendio por ejemplo, puede originarse en instalaciones propias, sino que estas pueden verse afectadas por propagaciones de linderos, hecho más habitual estadísticamente que lo que pueda llegar a considerarse), con consecuencias en daños muchas veces cuantiosos.  

De ahí que sostenemos lo importante que resulta amparar una cobertura como la de incendio (principalmente de los edificios), que es donde se concentra el mayor capital material que una familia, empresa o institución posee (siendo muy complicado poder recuperar ese patrimonio ante la eventualidad de un siniestro).  

La cobertura de INCENDIO se aplica básicamente a 2 tipos de bienes: edificio y contenido general o bienes específicos, que se los distingue de la siguiente manera:

Incendio edificio: todos los bienes o construcciones que formen parte del inmueble considerándose dentro de esta definición todas las instalaciones unidas a éste con carácter de permanente, en la medida que resulten un complemento del mismo.

Incendio contenido general o de bienes específicos: se aplica a todos los bienes que no formen parte del edificio ni que estén unidos en forma permanente a éste.

Tanto para el edificio como para el contenido, la cobertura ampara no solo el incendio, sino también rayo y/o explosión, descargas eléctricas, escapes de gas, tumulto popular, huelga, lock-out, impacto de aeronaves y/o vehículos terrestres y daños por humo, más los adicionales de huracán, vendaval, ciclón y/o tornado.

Dado de que se trata de una cobertura con medida de prestación “a prorrata” (la manera en que la Aseguradora va a calcular el monto a indemnizar en caso de siniestro) hay que tener claro que, aún contando con esta cobertura, es necesario mantenerla con sumas aseguradas actualizadas, que representen el valor real y total de dichos bienes muebles e inmuebles, dado que la indemnización por un eventual siniestro va a tener en cuenta la relación existente de la proporción entre el valor a riesgo (lo que realmente vale reconstruir el edificio o reponer los bienes dañados) y el valor asegurado (la parte de esos bienes que se cubren por el seguro, dicho en otras palabras: la proporción del riesgo que “se transfiere” a la compañía, en contraposición a la parte del riesgo que cada uno podamos asumir de nuestros bienes, de “autoasegurarnos”). Por ejemplo, si alguien cubre por incendio el valor de la mitad de lo que se estima realmente de sus bienes, la potencial indemnización resultante de un siniestro se mantendrá en esa misma proporción: la Aseguradora le indemnizará la mitad de los daños producidos (no olvidemos que en este caso nosotros estamos “asumiendo” la mitad del riesgo y la otra mitad la trasferimos a la compañía).

Una manera bastante precisa de poder estimar el valor de reconstrucción de los edificios es teniendo en cuenta los metros cuadrados construidos, dado que el valor asegurado deberá ponderarse en función de la superficie cubierta (de los metros cuadrados de edificación existente), multiplicando esa superficie por unos indicadores de “valores de construcción” (de consulta accesible en fuentes de información sobre la actividad constructora), que los Productores/Asesores de Seguros deben conocer y manejar para calificar su asesoramiento. Vale aclarar que este “valor de reconstrucción” que pueda tener un edificio, en muchos casos puede variar sustancialmente de lo que es el “valor inmobiliario” de una propiedad (que tiene en cuanta no solo la superficie construida, el tipo y calidad de la edificación, sino también el valor del terreno y la zona de ubicación del inmueble, estos 2 últimos  datos irrelevantes para el seguro), dado que ni el terreno ni la zona de ubicación se toman en cuenta para la cobertura de incendio. Entonces, el “valor asegurable” de un edificio resultará exclusivamente de la superficie construida y de la calidad de la construcción, de los materiales y tipo de edificación erigida.

En tan sentido, ponderar la suma correcta de los bienes a cubrir y ampararlos por dichas sumas es la manera adecuada de obtener una cobertura efectiva. Informar con eficiencia a los clientes es una tarea que corresponde asumir profesionalmente a los Asesores de seguros, para que no se produzcan inconvenientes al momento de reclamar a las Aseguradoras frente a indemnizaciones que no sean adecuadas a los bienes que poseen. Este es uno de nuestros compromisos.

Como extensión a este tema, si mencionamos la posibilidad de que un siniestro se origine en nuestras instalaciones o que provenga de un inmueble vecino, también hay que tener en cuenta que un incendio de nuestro edificio “se propague” a los inmuebles vecinos (resultando responsables nosotros de resarcir los daños que sufran esos bienes “ajenos”). La cobertura apropiada para amparar nuestra obligación de resarcir por los daños materiales que provoque esta situación se denomina Responsabilidad civil linderos (“responsabilidad civil” porque se trata de cobertura sobre bienes de terceros, que no son de nuestra propiedad pero sí somos responsables de que se siniestraran). En este caso la suma a asegurar (o asegurarnos) quedará establecida a nuestro criterio (sobre una estimación posible de siniestro, dado que es difícil suponer variantes sobre escenarios de propagación). Pero a grandes rasgos alcanzará con conocer la magnitud en tamaño y comunicación de los edificios linderos al nuestro (según estén las construcciones “pegadas”, próximas o más distantes) y con ello estimar una suma asegurada a cubrir, que será la que efectivamente responderá el seguro en caso de que sea necesario (sin importar el valor real que pudieran tener esas construcciones vecinas), simplemente nos cubriremos por una suma determinada por la cual querramos que nuestra cobertura responda ante los reclamos de nuestros vecinos.

En cuanto a costos, hay que tener en cuenta que las coberturas de incendio y de responsabilidad civil linderos en relación a otras coberturas, son las más “baratas” o las que menos incidencia tienen en el costo global de las pólizas, pero curiosamente suelen ser las que menor atención reciben (por creer, quizás erróneamente, que los siniestros de incendio son poco probables) … hasta que se produce alguno.

Los incendios no siempre se expresan en “llamas” … como mencionamos antes… que a raíz de un choque, un vehículo se incruste contra nuestro frente, a los términos de nuestra cobertura, se lo considerará un siniestro de “incendio”… y como tal podremos obtener cobertura de nuestra póliza para las reparaciones de mampostería o de reposición de artefactos (en los casos en los que el vehículo que causare esos daños no nos responda por ellos).

Verán que las coberturas tienen lógicas y mecánicas de aplicación variadas y particulares, en la medida que las conozcamos y hagamos valer, podremos recibir de nuestra póliza la protección integral adecuada. Siendo que el seguro resulta una erogación que innegablemente “duele” a nuestro presupuesto entonces que mejor que lo optimicemos en cuanto a su extensión y alcance, para que se convierta en un “gasto útil” que realmente nos responda cuando lo necesitemos.

Para ello está el Asesor de Seguros que debe, metafóricamente hablando, ayudar a confeccionar “a medida” el traje de la cobertura adecuada a cada cliente, según su contextura, necesidad y presupuesto, buscando que esa cobertura “no le quede chica ni grande” al Asegurado, usando telas de calidad, para que el traje “luzca bien puesto”.

O sea que diagramar buenas coberturas, en la medida justa y necesaria, contratadas en Aseguradoras nobles, sólidas y confiables, brindarán a los clientes coberturas integrales, “a medida” y al mejor costo posible … ese es ni más ni menos el desafío cotidiano del Asesor de Seguros …

En Walsh, Botta y Asociados aseguramos que sabemos diseñar y confeccionar a medida, conocemos de “modas” y de lo clásico, conseguimos los mejores “géneros” de coberturas y nos esforzamos a conciencia para que el amparo a nuestros Asegurados realmente “les luzca”.

No es sólo una “marca”, nos respaldan 30 años de experiencia en esta actividad … y eso se nota.

Por Walsh, Botta y Asociados

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